viernes, julio 04, 2008

Mi sitio es donde esté mi sitio

- Vale! - Dijo el niño de los pantalones rojos, - Vale! - Contesté yo.
La casa era pequeña pero acojedora, un gato escalaba por una fina pared rugosa que separaba el salón de la cocina. El niño de los pantalones rojos jugaba en el salón con cubos de letras, muy concentrado iba formando en silencio palabras que lo decían casí todo. "Gramófono", me dijo señalando una fila de cubos que acababa de florecer sobre la mesa.
El suelo de madera crujía bajo mis zapatos, el techo se abuhardillaba al acercarme a la ventana, fuera una grua recogía pequeños pedazos de hierro y los amontonaba sobre un encofrado, un pequeño operario manejaba la grua con una enorme caja de palancas y botones que sujetaba a su cuerpo con unos tirantes. El hombrecillo trabajaba en silencio, muy concentrado en su tarea.
Me dejé caer en el sofa como un árbol talado y suspiré. Mi mano buscó el mando del televisor y cuando dio con él, el televisor comenzó a escupir, a vomitar y a cagar. El niño de los pantalones rojos muy molesto, recogío los cubos sobre su pecho, me miró furioso con sus ojos resumidos en líneas de rencor y marchó con su pelirroja ceja amenazantemente arqueada.

@charset "utf-8"; /* CSS Document */